Es aterrador lo rápido que puede cambiar tu vida. Miras atrás y ves, en un pasado cercano, esa felicidad que poseías. Esas ganas de vivir, de sonreír las 24 horas del día incluso cuando es lunes. Las ganas de reír, de llorar de felicidad y de que la única razón por la que te levantas es porque él estaba a tu lado, de una manera u otra, pero lo estaba. Pero entonces, como una tormenta repentina, como una lluvia en pleno verano, todo se desmorona. El cielo se vuelve gris y el sol desaparece dejando como sustituto una lluvia constante, interminable. Mas a veces, estas situaciones nos hacen madurar y darnos cuenta de las cosas. A veces nos sirven de ayuda para saber que no todo es un camino de rosas y que si realmente queremos algo tenemos que conseguirlo por nuestros propios medios. A veces es hasta necesario perder a alguien para darte cuenta de cual es su importancia en tu vida. A veces necesitamos sufrir, prepararnos para lo que venga después, pues esto nos hace más fuertes. A veces... Pero no siempre.
¡Propongo un brindis! Por todas esas personas que alguna vez han estado tristes sin quererlo, por aquellas que han estado contentas no queriéndolo, por todas aquellas que no le encuentran sentido a la vida, por aquellas que sonríen sin ganas, por las que las que quieren hacer felices a la gente sin estarlo ellos mismos, por aquellas que sueñan con que algún día serán felices. Propongo un brindis por todas las personas que alguna vez han tenido una sonrisa entristecida.
- Pardelas
- María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.
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