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María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.

jueves, 25 de agosto de 2011

1953


Y es que no lo puedes evitar. No, no puedes. Sucede sin que tú lo quieras y viene sin avisar. Llámalo acto reflejo, espejismo.. Llámalo como quieras, pero sucede. Y no puedes hacer nada para evitarlo. Un escalofrío recorre todo tu cuerpo, seguido de miles de mariposas en tu estómago. Y es que lo sabes, eres consciente de que, quieras o no, cuando ves un mensaje suyo sonríes. Y es que es inevitable que, cuando ves su nombre en la pantalla de tu móvil seguido de la palabra "llamando" un millón de mariposas recorran tu cuerpo haciéndote sentir la persona más feliz del mundo. Porque simplemente lo echas de menos, tienes unas ganas increíbles de verlo y estar con él. Y de esto te das cuenta cuando al escuchar su nombre y, sin quererlo, una sincera sonrisa se apodera de tu rostro.

lunes, 22 de agosto de 2011

Mi mundo paralelo


Sí, lo reconozco, vivo en un mundo paralelo, en el que sé que algún día aparecerá mi principe azul y construirá nuestro reino para poder vivir felices y comer perdices. Vivo en un mundo en el que me encantan las sorpresas, en el que sé que algún día me harán una fiesta sorpresa y podré ver a todos mis amigos en la misma habitación. También me encanta que me llamen princesa y sé que algún día me despertarán con un: "¡buenos días princesa!". También sé que algún día, me levantaré de la cama y veré un sms o una carta con la declaración más bonita del mundo. Me gusta que me quieran, que me echen de menos y que me necesiten y que estas cosas me las recuerden todo el tiempo. En mi mundo paralelo, soy cariñosa, pero no demasiado, me encanta que me hagan reir y me cae bien cualquiera que lo consiga, me encanta hacer el tonto y hacer que la gente sea feliz. En este mundo me dan miedo las palomas, las gallinas, las lagartijas y los perenquenes. También odio a muerte los champiñones, la nocilla y la gente superficial. Aquí, en mi mundo de fantasía, soy la persona más vaga del mundo mundial y también la más rara, me pongo los calcetines al revés, no me gustan los refrescos y ni la ensalada. En mi mundo soy bajita, muy muy bajita y algún día me gustaría descubrir como se ve todo desde allí arriba. En este mundo tengo amigos repartidos por todo el país y no, no tengo muchos, pero más que nada porque yo sólo llamo amigos a los que lo son realmente. No hay ni un día de mi vida en este mundo paralelo en el que no haya sonreido. En mi mundo, soy una persona casi plenamente feliz, ya que nadie lo es del todo. ¿Que qué hay del mundo real? Pues no lo sé, nunca estoy en él.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Pequeños detalles que hacen que la vida sea única


Aquella mañana me levanté desganada, sin ganas de hablar con nadie. Me senté en el pequeño sofá del comedor y sin apetito alguno, me dispuse a comer una pequeña galleta mientras contemplaba como cambiaba de canal en aquella vieja televisión. Pasaba constantemente por todos los canales de la televisión sin encontrar ninguno de mi agrado. "Vaya basura, no hay nada que se pueda ver aquí". Y de mala gana apagué aquel aparato. Relajadamente me senté frente a la pantalla del ordenador, ilusa al pensar que alguien podría haberse acordado de mí. Pero nada, no había nada. Acostada en la cama me puse a pensar algo en lo que poder entretenerme. Lo único que encontré fue un montón de lunares en mis dos piernas, así que comencé a contarlos. Después de contar 309 lunares, me sorprendió que nadie me hubiera llamado. Mi autoestima no hacía más que descender por segundos. Sin quererlo, incoscientemente,  comencé a sollozar. Juro que yo quería parar , pero había algo en mí que me obligaba a seguir llorando. Me desperté llena de lágrimas y con la misma sensación de pesimismo. Me quedé boca arriba tumbada en la cama. Con la mente en blanco. Cerraba los ojos poco a poco y cuando pensaba que iba a caer en un profundo sueño de nuevo, pegué tal chillido que me asusté mí misma. Comencé a reir a carcajadas, llorando de la risa, sintiéndome tan feliz como hacía mucho tiempo que no me sentía. De repente una larga colección de palabras que formaban frases comenzó a salir entre mis labios. "Pues no, no soy una persona plenamente feliz, me faltan muchas cosas para serlo, querría un montón de cosas; el coche de la barbie que nunca tuve, ese abrazo de un amigo especial, esa casa en la playa, toda la ropa que existe en el mundo, un poco más de felicidad, ver su sonrisa todos los días, un suricato de peluche, conseguir reunir a todos mis amigos en un mismo sitio, tenerlo a él.. Pues sí, mi vida tiene muchos fallos y carece de muchas cosas para ser la vida perfecta, pero no la cambiaría por nada del mundo, porque hay algo que nadie podrá hacer como yo, presumir de que mi vida no es perfecta ni lo será nunca, porque es única, es mía". Y después de ese pequeño monólogo, un prolongado silencio hizo que entre un millón de carcajadas soltara el final del pequeño monólogo. "Pues no, no tengo la vida perfecta, pero, ¿quién la tiene?".