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María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.

martes, 29 de mayo de 2012

You'll never know, if you never try



Caminaba por la calle con aire de felicidad. Estaba feliz, realmente feliz. Sentía que por una vez en la vida, algo para ella iba a tener sentido. Por fin había encontrado a alguien que realmente la mereciera. Se acercaba a su casa, iría a visitarlo y a contarle la noticia. La sonrisa no se desdibujaba de su rostro.
-¡Hola!-dijo ella más feliz de lo normal.
-¿Qué ocurre?-dijo él extrañado.
Eran amigos desde hacía mucho tiempo, más que amigos, eran hermanos. Él para ella y ella para él, siempre juntos.
-¡Me quiere, me quiere y me quiere! Me lo ha dicho antes, por fin todo cobra sentido, ¿sabes? Nunca pensé que algún día pudiera quererme, pero lo hace y ahora mismo sólo sé que quiero estar con él para siempre.-la felicidad se le notaba a kilómetros de distancia.
-Pero..-él estaba confuso, la quería muchísimo, como una hermana. La había visto sufrir más de un año por aquel chico y ahora todo le parecía tan irrealista.-¿y si te está mintiendo?
-¿Por qué iba a hacerlo?
-No lo sé... Pero es un chico y los chicos somos muy...
-¡Basta! ¿Qué te pasa? ¿Por qué no te alegras?
-No quiero verte sufrir más.-dijo al fin mientras agachaba la cabeza.
-Pero es que si no estoy con él, voy a sufrir también. Me estoy empezando a enamorar.
Él levantó la vista, la sostuvo la mirada unos segundos y finalmente volvió a bajarla. 
-No te enamores, vas a sufrir.
-No nazcas, vas a morir.
Ella sabía de lo que hablaba, el amor era duro y tenías el sufrimiento asegurado, pero, ¿por que no arriesgarse? Merecía la pena intentarlo. 
En ese instante él levantó la cabeza y la abrazó fuertemente mientras le susurró al oído que siempre estaría con ella, hasta en sus peores días. Porque ambos habían nacido e iban a morir y estaban predestinados a amar y sufrir.

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