Llegué a la habitación y me acosté en la cama, boca arriba. Me dispuse a pensar y, con lágrimas los ojos, me acordé de él. Me acordé de él y de su sonrisa. De sus ojos, de su boca y de sus manos que un día estuvieron entre las mías. Y lloré, lloré cuando lo vi aferrado a ella y no a mí, cuando vi su mirada retirandose de la mía, cuando ya no era yo el motivo de su sonrisa y cuando ya no me dedicaba ni un segundo de su tiempo. Empapé la almohada de recuerdos, de miradas y de sonrisas desvanecidas. Y lloré cuando vi que era ella la que se reía con él y no yo, cuando le agarró la mano y cuando le besó. Lloré porque ella lo tuvo y yo no, porque ella ya no lo recuerda y yo sí. Lloré porque ella lo besó y ya no lo recuerda, mientras que yo sueño cada día con poder rozar sus labios con los míos.
¡Propongo un brindis! Por todas esas personas que alguna vez han estado tristes sin quererlo, por aquellas que han estado contentas no queriéndolo, por todas aquellas que no le encuentran sentido a la vida, por aquellas que sonríen sin ganas, por las que las que quieren hacer felices a la gente sin estarlo ellos mismos, por aquellas que sueñan con que algún día serán felices. Propongo un brindis por todas las personas que alguna vez han tenido una sonrisa entristecida.
- Pardelas
- María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.
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