Aquella mañana me dirigía hacia la parada de guagua, en la que me esperaban todas mis amigas para ir juntas a la playa. Al llegar, estaba vacío. Era extraño, siempre solía llegar tarde y esa vez también lo había hecho. Pero ninguna de las chicas estaba allí. Me senté en un banco, vacío también, a esperarlas. Pero nada, parecía como si el mundo se hubiera tragado a todas las personas del planeta. Ni un coche, ni una moto, un camión, ni siquiera, una persona caminando por la calle. Aquello era del todo extraño y, tras llamar a todas mis amigas sin obtener respuesta de ninguna, decidí que lo mejor, era regresar a mi casa. Y así lo hice, pero, sorpresa la mía, al llegar a la calle dónde está situada mi casa y no verla. Mi casa había desaparecido. ¿Qué estaba pasando?, ¿por qué no había nadie en la calle?, ¿por qué, de la noche a la mañana, todo había desaparecido?, y o más importante, ¿por qué todo menos yo?. Aquella situación me inquietaba, no sabía que hacer. Me senté en el suelo y me puse los cacos. De repente, empezaron a llover meteoritos. Yo no sabía dónde esconderme, así que, aunque no sirviera de mucho, opte por ponerme las manos en la cabeza y rezar porque no me pasara nada.
El sol me dañó la vista, dándome cuenta de que había terminado el capítulo. Ya era tarde, así que cerré el libro y pensé: "adoro leer".
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