Era una noche fría. Parecida a las que solíamos pasar juntos. ¿Lo recuerdas?. No lo niegues, sé que todavía pasan por tu cabeza recuerdos de aquella noche. Quiero creer que no lo has olvidado y que significó para ti, casi tanto como para mí. Fue esa noche, en la que ya estaba sola, cuando la encontré. Tu carta. Todavía la guardo, ¿sabes?. La leí tantas veces que hasta pude recitarla de memoria. Era preciosa. No, no lo era, lo sigue siendo. Que tú hayas cambiando no significa que la carta lo haya hecho. Al leerla, miles de recuerdos se me abalanzaron por la cabeza, haciéndome recordar porqué te quería tanto. Saqué todo el rencor que había dentro de mí e incluso olvidé todas las lágrimas que había derramado por ti. Me dirigí al salón y, una vez allí, me senté en el sofá con el teléfono en la mano. Estaba dispuesta a aceptar tus disculpas. Cuando tenía el número marcado e iba a darle a la tecla verde la sonrisa desapareció de mi rostro. Estaba dispuesta a aceptar unas disculpas que nunca habías pedido.
¡Propongo un brindis! Por todas esas personas que alguna vez han estado tristes sin quererlo, por aquellas que han estado contentas no queriéndolo, por todas aquellas que no le encuentran sentido a la vida, por aquellas que sonríen sin ganas, por las que las que quieren hacer felices a la gente sin estarlo ellos mismos, por aquellas que sueñan con que algún día serán felices. Propongo un brindis por todas las personas que alguna vez han tenido una sonrisa entristecida.
- Pardelas
- María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.
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