Mi foto
María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.

jueves, 26 de enero de 2012

1953;



Y después de tanto tiempo, lo vi a lo lejos. Vi cómo se acercaba hasta la mesa dónde yo estaba sentada con mis amigas. Estaba guapo, realmente guapo. Siempre lo fue, al igual que aquel verano tan intenso que vivimos. Se acercó a la mesa y me dio dos besos. Tenía una sonrisa preciosa, su sonrisa. Me encantaba cuando decía alguna de sus estúpidas frases y después de éstas sonreía. Tras una conversación algo incómoda, al menos por mi parte, dijo algo que nunca había esperado que dijera:
-¿Sabes que te quiero?
Yo no pude articular palabra, aquella frase me había dejado sin aliento, sin respiración y sin saber que hacer. Me limité a agachar la cabeza y seguir escuchando.
-Realmente nunca te dejé de querer. Sé que te hice mucho daño, a pesar de que tú te lo callaste y nunca me echaste nada en cara. Para mí siempre fuiste la única. Sé que aparecieron otras personas en mi vida y puede que te remplazara por ellas, pero créeme que mi intención nunca fue hacerte daño aunque que se que te lo hice. Has sido la única a la que realmente he querido. Hubo algo que no nos dejó estar juntos, a pesar de que sé que ambos hubiéramos querido. Y sí, lo sé, dejé de escribirte, de llamarte, de hablarte y de contestar a tus mensajes, pero te quiero. Quiero que volvamos a empezar ahora que podemos, ¿qué dices, princesa?.
Y tras decir eso, puso su dedo índice en mi barbilla y la levantó hasta el punto de que nuestros ojos se encontraran. Yo no sabía que decir, había esperado ese momento tanto tiempo y justo ahora que llegaba, deseaba que nada de eso estuviera ocurriendo. Sin darme cuenta, él se inclinó hacia mí e intentó colocar sus labios sobre los míos. Inconscientemente giré la cara hacia la derecha pero, sin darse por vencido él volvió a intentarlo, a lo que respondí girando la cabeza hacia la izquierda. Él se dio por vencido y se agachó hacia mi frente, posó sus labios sobre ella y lentamente susurró:
-Siempre te querré.
Y sin articular otra palabra, se separó de mí y se fue. Fue en ese instante en el que rompí en sollozos. ¿Cómo puede ser que lo que siempre esperaste llegue cuando ya no lo deseas?  

No hay comentarios:

Publicar un comentario