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María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.

martes, 10 de enero de 2012

OEA


Desde pequeños, nuestros padres nos enseñan a diferenciar el bien del mal, lo que debemos hacer de lo que no. "Nunca hables nada con desconocidos ni aceptes nada de ellos, no andes descalzo y come mucha verdura". Desde pequeños nos inculcan unas instrucciones que, inevitablemente, todos seguimos. Y eso nos lleva a que todos tenemos las mismas necesidades y preferencias. Al fin y al cabo, no somos tan distintos, ¿no?. Millones de personas y la mayoría sólo persiguen una cosa: encontrar la perfección en una persona. Desde pequeña nunca fui normal. El bien y el mal eran cosas relativas y solía mirar todo por el lado bueno. Siempre hacía algo que no debía. Un día hablé con un desconocido y acepté un regalo que éste me dio. Siempre andaba descalza y nunca comía verdura, al menos no por voluntad propia. Pero aquí estoy, persiguiendo mi sueño, como todo el mundo hace. La pequeña diferencia es que ellos buscan una perfección que nunca encontrarán. Mientras que yo cuento los segundos que quedan para poder tener mi momento perfecto contigo, mi imperfección favorita.

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