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María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.

martes, 28 de febrero de 2012

De tus idas y venidas



¿Y sabes lo que pasa? Que tienes miedo. Después de darle miles de vueltas me he dado cuenta. Sufriste. Sí, lo sé, ahora lo sé. Supongo que alguna vez te enamoraste y, como cualquier enamorado, lo diste todo. Fuiste feliz por un tiempo, pensando que esa felicidad sería infinita. Hasta que un día, te cortaron las alas y dejaste de volar. Tu corazón se partió en mil pedazos que poco a poco fuiste juntando. Uno a uno, pasito a pasito y con tiempo, mucho tiempo. Y ahora sabes que eres feliz de nuevo sin necesidad de amar, ni de atarse a nadie. Sabes que esa sensación de estar enamorado es increíble, pero que es igual que saltar al vacío, no duele hasta que llegas al final. Por eso te haces un lío, piensas, te aclaras. Lo quieres intentar, lo das todo. Sonrisas y hacerla reír de esa manera que tan bien se te da. Puedes ver como ella, al igual que tú, también es feliz con una simple sonrisa tuya. Pero de nuevo dudas y te alejas. Estropeas todo lo que habías logrado construir, algo nuevo. Te das cuenta de que la quieres, pero no quieres sufrir y no sabes que hacer. Respiras y dudas tumbado en la cama mirando al techo de tu habitación hasta que caes en un profundo sueño. En éste la ves, a ella, la que no deja de rondar por tu cabeza. Ves como llora y se pregunta porqué haces eso, porqué no le das una respuesta, porque no quieres compartir tu vida con ella. Y por otra parte ves a la que te hizo sufrir y dejar de creer en el amor. La ves, feliz y enamorada de otro. En ese momento despiertas y miras a tu al rededor. La misma habitación, los mismos muebles... Te das cuenta de que la que te hizo sufrir es feliz, mientras que la que te hace feliz está sufriendo por tu culpa. Y en ese instante lo ves todo más claro, sonríes al estar seguro de que quieres una vida junto a ella.

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