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María, 16 años, encantada. Adoro escribir desde el primer momento que mis manos cogieron un libro y mis ojos tuvieron la suerte de poder leer aquellas palabras. Tan rayada que hasta podrías esnifarme. Vivo en un mundo paralelo y pocas veces estoy de vuelta. ¿Mi mayor miedo? Decepcionar a la gente que quiero. ¿Mi mayor consejo? Ser feliz y quererse a uno mismo, pues vas a ser la única persona que pase toda la vida contigo. No intentes entenderme, ni yo misma lo hago.

martes, 15 de noviembre de 2011

DIPSP



Que no, que no hay príncipe azul, ni verde, ni amarillo, ni violeta. Solamente princesas, princesas tontas. Princesas que sueñan con encontrar algún día a ese príncipe. Y es que, ¿realmente piensan que la felicidad de una princesa depende de si tiene príncipe o no?. Por supuesto que no, tenemos que ser felices por nuestras acciones y por nosotras mismas, porque hay que quererse. Somos princesas rebeldes, sin príncipes. Teniendo princesas, ¿para qué queremos príncipes? Podemos ser felices sin ellos, teniéndonos las unas a las otras. No, no dependemos de nada ni de nadie para ser felices. Somos nosotras mismas, princesas que no necesitan nada de nadie, sólo ser buenas con la vida y la vida será buena con ellas. Pequeñas princesas sin príncipe que no besan ranas, eso es sólo cuento para niños. Los príncipes no existen y las ranas siempre serán ranas. Por eso yo, princesa feliz de cuento sin príncipe declaro hoy: día internacional de las princesas felices.

2 comentarios:

  1. Sabes de quién es la culpa de esto? De Disney. De disney y de tu madre, que siempre te llamó princesa, en vez de triunfadora. Que nos prometieron el oro y el moro, y todas esas historias de amor perfecto y empalagoso. Adivina porqué las peliculas acaban cuando se casan el principe y la princesa. Por que después, seguramente, se separan.

    No seas una princesa, sé una mujer, que es bastante más real, más barato y más sano, que por lo menos, nos queremos más a nosotras mismas, y no pensamos tanto en cantar con los animalitos del bosque y en hacer lo que los principes nos mandan.

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