-Pide un deseo.- dijo ella mientras lo observaba sentada en aquel viejo muro.
-¿Para qué?- contestó él.
-Tú hazlo.- él la miró con cara inquietante y negó con la cabeza- ¡Pero si sólo es un deseo!. Es que tienes una pestaña en uno de los ojos. Y si pides un deseo y adivinas en qué ojo la tienes, se te cumple.
-De acuerdo.- dijo él tras unos segundos en silencio, cerró los ojos y cuando los abrió le sonrió- Ya sé. Quiero besarte.
-¿Sabes que si dices los deseos en voz alta no se cumplen?- dijo ella con una ligera sonrisa en el rostro.
-¡Ay, es cierto!. Pero bueno.. siempre hay excepciones que confirman la regla, ¿no?.
Y un ligero beso se apoderó de sus labios.
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